En la calle Cabrales nº 18, situado en uno de los edificios más emblemáticos de Gijón, en una construcción modernista revestida de frescos Art Nouveau, y con una fabulosa vista de la bahía de San Lorenzo, el Varsovia es un enclave privilegiado para disfrutar de un café o un gin tonic a media tarde o una copa o un cóctel bien entrada la noche.

En las paredes de piedra del interior se mezclan desde sillas Thonet, sillones Bauhaus y sofás Chester con mostradores recuperados de antiguos comercios gijoneses. Todo en el local mira con reverencia y admiración hacia la tradición de los comerciantes que les han precedido, y todas las piezas decorativas son auténticas.  

Según nos cuenta Borja Cortina, el Bar manager del Varsovia, «abrimos en 2011 con la idea de reflotar un local que en los 80’s-90’s había sido un gran referente de la vida nocturna asturiana. Pero adaptándolo a los gustos y deseos actuales de aquellos mismos clientes que llenaban el local 25 años atrás. Y dando mucha importancia al servicio, trasladando el servicio que se presta en los grandes restaurantes, al mundo del bar. Era un local que se encontraba cerrado y nosotros necesitábamos un lugar donde desarrollar nuestra coctelería, y que cumpliese con las expectativas que tiene alguien que quiere tomarse un buen cóctel».

El Varsovia es un espacio eficiente dividido en tres partes, que se encoge o estira en función de la demanda de clientes lo que les permite ser muy competitivos, viables y generar ambiente en épocas de gran afluencia de gente y también en las de poca afluencia, ajustando el espacio y el equipo a las circunstancias.

«Cuando abrimos el éxito de público fue tal, que mi preocupación era que el equipo no corriera demasiado dejando de lado el mimo y el detalle, para caer en el volumen. Eso casi acaba conmigo, era un stress, maravilloso, pero en el fondo muy estresante».

La primera carta del Varsovia era muy conservadora, con apenas dos cócteles propios y el resto todo clásicos, un total de unos veinticinco. Ahora son casi todos cócteles propios, aunque siguen ofreciendo todos los grandes clásicos. 

A un enorme surtido de destilados se une una carta de cócteles clásicos pero también una amplia oferta de recetas propias, algunas ya reconocidas internacionalmente. Porque la innovación y la experimentación, sin dejar de fijarse en los maestros, son también la razón de ser de este bar coctelería.

«Todos los cócteles son nuestros hijos y es imposible decir a quien se quiere más, además depende del momento, la compañía… Intentamos ofertar muchos cócteles con producto local, sidras, quesos, aguardientes, cosas que por cercanas y diferentes se convierten en singulares, empezaría recomendando alguno de ellos», nos cuenta Borja.

Cuando sube la marea a media tarde, es hora de recogerse en el Varsovia, frente a la escalera número 3 de la playa de San Lorenzo, un edificio singular en el centro de Gijón, que nos transportará a otra época donde el buen hacer y la autenticidad rezuman a borbotones en cada rincón del local.